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Un golpe de suerte (relato corto de ciencia-ficción).
Desde luego Bruno no era lo que podríamos llamar un ser humano típico. Su afición por los insectos, su relación con ellos, era algo bastante inusual, así que ya nadie de su familia se extrañaba cuando le veían pasar horas y horas contemplándolos y dirigiéndose a ellos, hablándoles de vete tú a saber que secretos y confidencias. A muchos años-luz de distancia, Emstag, miembro de una depredadora especie insectoide, los Rntami, se preparaba para afrontar su primera misión extra-planetaria. Esta consistía en viajar a un lejano mundo e informar de su disponibilidad como un próximo objetivo de sus congéneres, siempre sedientos de nuevas victimas con las que saciar su voracidad. Cosa que Emstag no aprobaba en demasía, aunque tampoco era algo que le quitara el sueño. Después de un largo viaje, el alien inició sus pesquisas precisamente en el parque donde Bruno tenia una de sus charlas, en esta ocasión con una enorme cucaracha negra, que habiendo sufrido los rigores de una tarde bastante calurosa, no se hallaba precisamente con ganas de conversación. Mientras Emstag observaba, Bruno tomó al insecto en sus manos delicadamente y, mientras le susurraba unas palabras al "oído", le acercó unas gotas de su bebida favorita, que el sediento animal absorbió con fruición, dejándola Bruno de seguido en una rama de unos cercanos arbustos. Emstag, después de meditarlo un poco, sacó de entre sus ropajes lo que algún humano habría llamado un Ipad, y tecleó algo así como "Planeta no catalogable como objetivo". Y luego se volvió a casa, mientras Bruno seguía su plática con la cucaracha, ignorante del efecto que sus acciones habían tenido en la suerte de su mundo. |
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[LIST=1]Cuando estés vieja y cansada, y vencida por el sueño, y dormitando junto al fuego tomes este papel, y lentamente leas, y sueñes con la dulce belleza que tus ojos tuvieron antaño, y también con sus sombras profundas. Cuántos amaron tus momentos de alegre dulzura, y amaron tu belleza con amor sincero o falso, pero sólo un hombre amó en ti tu alma peregrina y también las tristezas de tu rostro cambiante. Y cuando, inclinada junto a las barras candentes, murmures, con cierta tristeza, cómo el amor huyó y escapó allí arriba por los montes, y escondió su rostro entre un tropel de estrellas. William Butler Yeats [/LIST] |
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[LIST=1][*]Llegó, pasó mi cincuenta aniversario, sentéme solitario en Londres, en un bar abarrotado, libro abierto y una taza vacía sobre la mesa de mármol. Y entonces, mientras contemplaba el bar y la calle, una súbita llamarada inundó mi cuerpo; y por unos veinte minutos creí, tan grande era mi felicidad, que de algún modo estaba de buena suerte. Aunque dore el sol de estío el revuelo de las nubes en el cielo, o la Luna invernal grabe en el campo el laberinto que la tormenta desparrama, no puedo yo mirar hacia allí, tanto me agobia mi responsabilidad. Cosas hechas o dichas hace mucho, o cosas que no hice ni dije sino que sólo pensé decir o hacer me agobian, y no pasa un día sin que alguna de estas cosas rememore con asombro de mi conciencia y vanidad. [/LIST][RIGHT] William Butler Yeats[/RIGHT] |
buenas tardes sta vientos..
gran salón...un saludo grande.. |
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