ASI SOY YO
Soy la que escapa de la muerte para soñar que existe un mañana, la que envuelta en aromas reta a la suerte, y ahuyenta el temor de su entraña. Soy la vida en todos sus conceptos, soy la penumbra y la energía, la que grita al mundo sus preceptos, cubriendo el dolor con fantasía. Soy silencio y grito, como una serenata, aprendiz de mago y espíritu de viento, soy esa nube que no se desbarata, y la campana que tañe su lamento. Sendero, lágrima, mar y primavera, el polvoriento ruido y manantial que brota, estrella e invierno en la ribera, la que aun en astillas, no bebe la derrota. |
BALADA EN HONOR DE LAS MUSAS DE CARNE Y HUESO
Nada mejor para cantar la vida, y aun para dar sonrisas a la muerte, que la áurea copa donde Venus vierte la esencia azul de su viña encendida. Por respirar los perfumes de Armida y por sorber el vino de su beso, vino de ardor, de beso, de embeleso, fuérase al cielo en la bestia de Orlando, ¡Voz de oro y miel para decir cantando: la mejor musa es la de carne y hueso! Cabellos largos en la buhardilla, noches de insomnio al blancor del invierno, pan de dolor con la sal de lo eterno y ojos de ardor en que Juvencia brilla; el tiempo en vano mueve su cuchilla, el hilo de oro permanece ileso; visión de gloria para el libro impreso que en sueños va como una mariposa y una esperanza en la boca de rosa: ¡La mejor musa es la de carne y hueso! Regio automóvil, regia cetrería, borla y muceta, heráldica fortuna, nada son como a la luz de la Luna una mujer hecha una melodía. Barca de amar busca la fantasía, no el yacht de Alfonso o la barca de Creso. Da al cuerpo llama y fortifica el seso ese archivado y vital paraíso; pasad de largo, Abelardo y Narciso: ¡La mejor musa es la de carne y hueso! Clío está en esa frente hecha de Aurora, Euterpe canta en esta lengua fina, Talía ríe en la boca divina, Melpómene es ese gesto que implora; en estos pies Terpsícore se adora, cuello inclinado es de Erato embeleso, Polymnia intenta a Calíope proceso por esos ojos en que Amor se quema. Urania rige todo ese sistema: ¡La mejor musa es la de carne y hueso! No protestéis con celo protestante, contra el panal de rosas y claveles en que Tiziano moja sus pinceles y gusta el cielo de Beatrice el Dante. Por eso existe el verso de diamante, por eso el iris tiéndese y por eso humano genio es celeste progreso. Líricos cantan y meditan sabios por esos pechos y por esos labios: ¡La mejor musa es la de carne y hueso! ENVÍO: Gregorio: nada al cantor determina como el gentil estímulo del beso. Gloria al sabor de la boca divina. ¡La mejor musa es la de carne y hueso! |
YO SOY EL OTRO
Yo soy el otro, el que llegó después más por llegar después... no llegó tarde la vida nos unió un algo de revés pero me dio un amor que aún me arde. Yo soy el otro... que vive en la distancia que aunque te quiso mucho... no fue bastante yo soy el que guarda... oculta la fragancia del dulce secreto de haber sido tu amante. Yo soy el motivo de tu amor delirante quien te quemó los labios de tanto besarte yo soy el otro... el vaso rebosante del que una vez bebiste hasta embriagarte Yo soy el otro... el que llegó después el que bebió en la copa de tu dulce veneno el que subió a la cima... una vez y otra vez... a la cima preciosa de tus preciosos senos. Yo soy el otro... el que cayó en la red que tus amantes brazos me tendieron en el pozo de tu amor calmé mi sed y mis fuerzas a tus fuerzas se rindieron. Yo soy el otro... que te dice... te quiero... Pero...el único que sabe de tu inmenso pecar... mas no envidio la suerte de haber sido el primero si total el primero... nunca te supo amar!!!! |
ÚLTIMO AMOR
Yo andaba entre la sombra, cuando como un fulgor llegaste tú de pronto con el último amor. Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras para reconocerte, para saber quién eras. Y eras la misteriosa mujer desconocida, que entristeció de ensueño lo mejor de mi vida. La de las tardes grises y los claros de luna, la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna. Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo, lo mejor de mi vida será morir contigo. He pensado esta noche, sintiéndote tan mía que así como llegaste, pudieras irte un día. Lo he pensado, eso es todo. Pero si sucediera... Dejaré que te vayas sin un adiós siquiera. Y cuando te hayas ido... yo que nunca me quejo, me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo. Pero si me muriera sin poder olvidarte y después de la muerte se llega a alguna parte, preguntaré si hay sitio para mí junto a ti, y Dios seguramente responderá que sí. |
salud..
felices fiestas le deseo sr..Amuerte.. |
LA DAMA DE LA ROSA
Los que vieron la dama luciendo aquella rosa que era como el fragante cóagulo de una llama, no supieron decirme cuál era más hermosa: si la rosa o la dama. Los que vieron la dama llevar la flor aquella, como un broche de fuego sobre su piel sedosa, no supieron decirme cual era la más bella: si la dama o la rosa. Cuando pasó la dama, fue un perfume su huella. Nadie supo decirme si fue la flor, o ella, la que dejó la noche perfumada. Y yo, yo, que la tuve desnuda sobre el lecho, yo, que corté la rosa para adornar su pecho, tampoco dije nada. |
LA DOBLE
Era de noche tan rubia como de día morena. Cambiaba, a cada momento de color y de tristeza, y en jugar a los reflejos se le iba la existencia, como el niño que, en el mar, quiere pescar una estrella y no la puede tocar porque su mano la quiebra. De noche, cuando cantaba, olía su cabellera a luz, como un despertar de pájaros en la selva, y si cantaba en el sol se hacía su voz tan lenta, tan íntima, tan opaca, que apenas iluminaba el sitio que, entre la yerba, alumbra al amanecer el brillo de una luciérnaga. ¡Era de noche tan rubia y de día tan morena! Suspiraba sin razón en lo mejor de las fiestas y, puesta frente a la dicha, se equivocaba de puerta. No se atrevía a escoger entre el oro de la mies y el oro de la hoja seca, y —tal vez por eso— no supe jamás entenderla, porque de noche era rubia y de mañana morena... |
LA CARICIA PERDIDA
Se me va de los dedos la caricia sin causa, se me va de los dedos... En el viento, al pasar, la caricia que vaga sin destino ni objeto, la caricia perdida ¿quién la recogerá? Pude amar esta noche con piedad infinita, pude amar al primero que acertara a llegar. Nadie llega. Están solos los floridos senderos. La caricia perdida, rodará... rodará... Si en los ojos te besan esta noche, viajero, si estremece las ramas un dulce suspirar, si te oprime los dedos una mano pequeña que te toma y te deja, que te logra y se va. Si no ves esa mano, ni esa boca que besa, si es el aire quien teje la ilusión de besar, oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, en el viento fundida, ¿me reconocerás? |
LA SED INSACIABLE
Decir adiós... La vida es eso. Y yo te digo adiós, y sigo... Volver a amar es el castigo de los que amaron con exceso. Amar y amar toda la vida, y arder en esa llama. Y no saber por qué se ama... Y no saber por qué se olvida... Coger las rosas una a una, beber un vino y otro vino, y andar y andar por un camino que no conduce a parte alguna. Buscar la luz que se eterniza, la clara lumbre duradera, y al fin saber que en una hoguera lo que más dura es la ceniza. Sentir más sed en cada fuente y ver más sombra en cada abismo, en este amor que es siempre el mismo, pero que siempre es diferente. Porque en sordo desacuerdo de lo soñado y lo vivido, siempre, del fondo del olvido, nace la muerte de un recuerdo. Y en esta angustia que no cesa, que toca el alma y no la toca, besar la sombra de otra boca en cada boca que se besa... |
MADRIGAL APASIONADO
Quisiera estar en tus labios para apagarme en la nieve de tus dientes. Quisiera estar en tu pecho para en sangre deshacerme. Quisiera en tu cabellera de oro soñar para siempre. Que tu corazón se hiciera tumba del mío doliente. Que tu carne sea mi carne, que mi frente sea tu frente. Quisiera que toda mi alma entrara en tu cuerpo breve y ser yo tu pensamiento y ser yo tu blanco veste. Para hacer que te enamores de mí con pasión tan fuerte que te consumas buscándome sin que jamás ya me encuentres. Para que vayas gritando mi nombre hacia los ponientes, preguntando por mí al agua, bebiendo tristes las hieles que antes dejo en el camino mi corazón al quererte. Y yo mientras iré dentro de tu cuerpo dulce y débil, siendo yo, mujer, tú misma, y estando en ti para siempre, mientras tú en vano me buscas desde Oriente a Occidente, Hasta que al fin nos quemara la llama gris de la muerte. |
salud,,
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¿QUE ES AMOR?
Ir y quedarse, y con quedar partirse, partir sin alma, y ir con alma ajena, oír la dulce voz de una sirena y no poder del árbol desasirse; arder como la vela y consumirse, haciendo torres sobre tierna arena; caer de un cielo, y ser demonio en pena, y de serlo jamás arrepentirse; hablar entre las mudas soledades, pedir prestada sobre fe paciencia, y lo que es temporal llamar eterno; creer sospechas y negar verdades, es lo que llaman en el mundo ausencia, fuego en el alma, y en la vida infierno. |
LA MUJER SIN NOMBRE
Por ti escribo estos versos, aunque no sé quién eres; estos versos que acaso tú nunca leerás... Quizás estés ahora junto al hombre que quieres, o el hombre que tú quieres no te quiere quizás. Yo he de olvidarte pronto, como a tantas otras mujeres, y tú, al hombre que hoy amas, también lo olvidarás, y vendrán otras noches y otros amaneceres, sin que nos encontremos nuevamente jamás... Y te escribo estos versos, mujer desconocida, con la extraña certeza de haberte amado en vano, aunque te vi un instante solamente en la vida. Y si acaso lo lees, tú, la mujer sin nombre, quizás sientas la angustia de un recuerdo lejano, y entornarás los ojos, pensando en otro hombre... |
LA RENUNCIA
He renunciado a ti. No era posible Fueron vapores de la fantasía; son ficciones que a veces dan a lo inaccesible una proximidad de lejanía. Yo me quedé mirando cómo el río se iba poniendo encinta de la estrella... hundí mis manos locas hacia ella y supe que la estrella estaba arriba... He renunciado a ti, serenamente, como renuncia a Dios el delincuente; he renunciado a ti como el mendigo que no se deja ver del viejo amigo; Como el que ve partir grandes navíos como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes; como el perro que apaga sus amorosos brios cuando hay un perro grande que le enseña los dientes; Como el marino que renuncia al puerto y el buque errante que renuncia al faro y como el ciego junto al libro abierto y el niño pobre ante el juguete caro. He renunciado a ti, como renuncia el loco a la palabra que su boca pronuncia; como esos granujillas otoñales, con los ojos estáticos y las manos vacías, que empañan su renuncia, soplando los cristales en los escaparates de las confiterías... He renunciado a ti, y a cada instante renunciamos un poco de lo que antes quisimos y al final, !cuantas veces el anhelo menguante pide un pedazo de lo que antes fuimos! Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo. Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño; desbaratando encajes regresaré hasta el hilo. La renuncia es el viaje de regreso del sueño... |
LETANÍAS DE LA TIERRA MUERTA
Llegará un día en que la raza humana Se habrá secado como planta vana, Y el viejo sol en el espacio sea Carbón inútil de apagada tea. Llegará un día en que el enfriado mundo Será un silencio lúgubre y profundo: Una gran sombra rodeará la esfera Donde no volverá la primavera; La tierra muerta, como un ojo ciego, Seguirá andando siempre sin sosiego, Pero en la sombra, a tientas, solitaria, Sin un canto, ni un ¡ay!, ni una plegaria. Sola, con sus criaturas preferidas En el seno cansadas y dormidas. (Madre que marcha aún con el veneno de los hijos ya muertos en el seno.) Ni una ciudad de pie... Ruinas y escombros Soportará sobre los muertos hombros. Desde allí arriba, negra la montaña La mirará con expresión huraña. Acaso el mar no será más que un duro Bloque de hielo, como todo oscuro. Y así, angustiado en su dureza, a solas Soñará con sus buques y sus olas, Y pasará los años en acecho De un solo barco que le surque el pecho. Y allá, donde la tierra se le aduna, Ensoñará la playa con la luna, Y ya nada tendrá más que el deseo, Pues la luna será otro mausoleo. En vano querrá el bloque mover bocas Para tragar los hombres, y las rocas Oír sobre ellas el horrendo grito Del náufrago clamando al infinito: Ya nada quedará; de polo a polo Lo habrá barrido todo un viento solo: Voluptuosas moradas de latinos Y míseros refugios de beduinos; Oscuras cuevas de los esquimales Y finas y lujosas catedrales; Y negros, y amarillos y cobrizos, Y blancos y malayos y mestizos Se mirarán entonces bajo tierra Pidiéndose perdón por tanta guerra. De las manos tomados, la redonda Tierra, circundarán en una ronda. Y gemirán en coro de lamentos: ¡Oh cuántos vanos, torpes sufrimientos! —La tierra era un jardín lleno de rosas Y lleno de ciudades primorosas; —Se recostaban sobre ríos unas, Otras sobre los bosques y lagunas. —Entre ellas se tendían finos rieles, Que eran a modo de esperanzas fieles, —Y florecía el campo, y todo era Risueño y fresco como una pradera; —Y en vez de comprender, puñal en mano Estábamos, hermano contra hermano; —Calumniábanse entre ellas las mujeres Y poblaban el mundo mercaderes; —Íbamos todos contra el que era bueno A cargarlo de lodo y de veneno... —Y ahora, blancos huesos, la redonda Tierra rodeamos en hermana ronda. —Y de la humana, nuestra llamarada, ¡Sobre la tierra en pie no queda nada! Pero quién sabe si una estatua muda De pie no quede aún sola y desnuda. Y así, surcando por las sombras, sea El último refugio de la idea. El último refugio de la forma Que quiso definir de Dios la norma Y que, aplastada por su sutileza, Sin entenderla, dio con la belleza. Y alguna dulce, cariñosa estrella, Preguntará tal vez: ¿Quién es aquélla? ¿Quién es esa mujer que así se atreve, Sola, en el mundo muerto que se mueve? Y la amará por celestial instinto Hasta que caiga al fin desde su plinto. Y acaso un día, por piedad sin nombre Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre, La luz de un sol que viaje pasajero Vuelva a incendiarla en su fulgor primero, Y le insinúe: Oh fatigada esfera: ¡Sueña un momento con la primavera! —Absórbeme un instante: soy el alma Universal que muda y no se calma... ¡Cómo se moverán bajo la tierra Aquellos muertos que su seno encierra! ¡Cómo pujando hacia la luz divina Querrán volar al que los ilumina! Mas será en vano que los muertos ojos Pretendan alcanzar los rayos rojos. ¡En vano! ¡En vano!... ¡Demasiado espesas Serán las capas, ay, sobre sus huesas!... Amontonados todos y vencidos, Ya no podrán dejar los viejos nidos, Y al llamado del astro pasajero, Ningún hombre podrá gritar: ¡Yo quiero!... |
POR LA VENTANA
Prostituir al amor... llegar artero, de noche, entre las sombras recatado esquivando los pasos y, mañero, la faz hundida y el embozo alzado. Tender la escala; con la vista alerta trepar por la pared que se desgrana, y a donde todos entran por la puerta, entrar como ladrón, por la ventana. Apagada la luz, hablando quedo, temerosos, convulsos, vergonzantes, sintiendo juntos el amor y el miedo contar con avaricia los instantes. Querer que calle hasta el reloj pausado que cuelga en la pared, alto y sombrío; ser joven, ser amante, ser amado, y, estando juntos, tiritar de frío. Sentir el hielo que en las venas cunde cuando los nervios crispa el sobresalto; y maldecir la luna, si difunde su delatora luz desde lo alto. Buscar lo más oscuro de la alcoba, y ver con vago miedo las junturas por donde entra la luz, como quien roba cobarde, vil, con antifaz y a oscuras. Y temblar de pavor, si ladra el perro, y si las ondas de la fuente gimen; de lo que es aire, sol, hacer encierro; de lo que es un derecho, hacer un crimen. Besar con miedo, sin rumor, aprisa, ir siempre de puntillas por la alfombra, y si al cristal hizo crujir la brisa, temblar, pensando que una voz nos nombra. Cuando canta la alondra, retirarse atravesando la desierta sala, y suspenso en el aire deslizarse, como vil bandolero, por la escala. Haber envenenado una existencia, convertido en dolores el contento y, huésped sepulcral de la conciencia, albergar un tenaz remordimiento. Ver encenderse su mejilla roja temiendo acaso que el pavor la venza, y al hablarle mirar que se sonroja y que baja los ojos de vergüenza. Ese no es el amor: amor robado que se viste de falso monedero; ese no es el amor que yo he soñado, y si ese es el amor, yo no lo quiero. |
salud..
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A UN LÁGRIMA
Gota del mar donde en naufragio lento se hunde el navío negro de una pena; gota que, rebosando, nubla y llena los ojos olvidados del contento. Grito hecho perla por el desaliento de saber que si llega a un alma ajena, ésta, sin escucharlo, le condena por vergonzoso heraldo del tormento. Piedad para esa gota, que es cual llama de la que el corazón se desahoga cual desahoga espinas una rama. Piedad para la lágrima que ahoga el dolor, pues si así no se derrama, el alma, en esa lágrima se ahoga... |
AL OÍDO...
Si quieres besarme.....besa -yo comparto tus antojos-. Mas no hagas mi boca presa.. bésame quedo en los ojos. No me hables de los hechizos de tus besos en el cuello... están celosos mis rizos, acaríciame el cabello. Para tu mimo oportuno, si tus ojos son palabras, me darán, uno por uno, los pensamientos que labras. Pon tu mano entre las mías... temblarán como un canario y oiremos las sinfonías de algún amor milenario. Esta es una noche muerta bajo la techumbre astral. Está callada la huerta como en un sueño letal. Tiene un matiz de alabastro y un misterio de pagoda. ¡Mira la luz de aquel astro! ¡la tengo en el alma toda! Silencio...silencio...¡calla! Hasta el agua corre apenas, bajo su verde pantalla se aquieta casi la arena... ¡Oh! ¡qué perfume tan fino! ¡No beses mis labios rojos! En la noche de platino bésame quedo en los ojos... |
CAPRICHO
Escrútame los ojos sorpréndeme la boca, sujeta entre tus manos esta cabeza loca; dame a beber veneno, el malvado veneno que moja los labios a pesar de ser bueno. Pero no me preguntes, no me preguntes nada de por qué lloré tanto en la noche pasada; las mujeres lloramos sin saber, porque sí. Es esto de los llantos pasaje baladí. Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto, un mar un poco torpe, ligeramente oculto, que se asoma a los ojos con bastante frecuencia y hasta lo manejamos con una dúctil ciencia. No preguntes amado, lo debes sospechar: en la noche pasada no estaba quieto el mar. Nada más. Tempestades que las trae y las lleva un viento que nos marca cada vez costa nueva. Sí, vanas mariposas sobre jardín de Enero, nuestro interior es todo sin equilibrio y huero. Luz de cristalería, fruto de carnaval decorado en escamas de serpientes del mal. Así somos, ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta: deseamos y gustamos la miel en cada copa y en el cerebro habemos un poquito de estopa. Bien. No, no me preguntes. Torpeza de mujer, capricho, amado mío, capricho debe ser. Oh, déjame que ría. ¿No ves que tarde hermosa? Espínate las manos y córtame una rosa. |
DISCRETO AMOR
Mi viejo corazón toca a una puerta, mi viejo corazón, como un mendigo con el afán de su esperanza incierta pero callando lo que yo no digo. Porque la que me hirió sin que lo advierta, la que sólo me ve como un amigo si alguna madrugada está despierta nunca será porque soñó conmigo... Y, sin embargo, ante la puerta oscura mi corazón, como un mendigo loco va a pedir su limosna de ternura Y cerrada otra vez, o al fin abierta, no importa si alguien oye cuando toco, porque nadie sabrá cuál es la puerta. |
EL AMOR DE MIS AMORES
¿Cómo te llamaré para que entiendas que me dirijo a ti, ¡dulce amor mío!, cuando lleguen al mundo las ofrendas que desde oculta soledad te envío?... Aquí tu barca está sobre la arena; desierta miro la extensión marina; te llamo sin cesar con tu bocina, y no apareces a calmar mi pena. Aquí estoy en la barca triste y sola, aguardando a mi amado noche y día; llega a mis pies la espuma de la ola, y huye otra vez, cual la esperanza mía. ¡Blanca y ligera espuma transparente, ilusión, esperanza, desvarío, como hielas mis pies con tu rocío el desencanto hiela nuestra mente! Tampoco es en el mar adonde él mora; ni en la tierra ni en el mar mi amor existe. ¡Ay!, dime si en la tierra te escondiste, o si dentro del mar estás ahora. Porque es mucho dolor que siempre ignores que yo te quiero ver, que yo te llamo, sólo para decirte que te amo, que eres siempre el amor de mis amores. |
EL EMBARGO
Señol jues, pase usté más alante y que entren tos esos, no le dé a usté ansia no le dé a usté mieo... Si venís antiayel a afligila sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s'ha muerto! ¡Embargal, embargal los avíos, que aquí no hay dinero: lo he gastao en comías pa ella y en boticas que no le sirvieron; y eso que me quea, porque no me dio tiempo a vendelo, ya me está sobrando, ya me está gediendo! Embargal ese sacho de pico, y esas joces clavás en el techo, y esa segureja y ese cacho e liendro... ¡Jerramientas, que no quede una! ¿Ya pa qué las quiero? Si tuviá que ganalo pa ella, ¡cualisquiá me quitaba a mí eso! Pero ya no quio vel ese sacho, ni esas joces clavás en el techo, y ni esa segureja ni ese cacho e liendro... ¡Pero a vel, señol jues: cuidaíto si alguno de ésos es osao de tocale a esa cama ondi ella s'ha muerto: la camita ondi yo la he querío cuando dambos estábamos güenos; la camita ondi yo la he cuidiau, la camita ondi estuvo su cuerpo cuatro meses vivo y una noche muerto! ¡Señol jues: que nenguno sea osao de tocale a esa cama ni un pelo, porque aquí lo jinco delante usté mesmo! Lleváisoslo todu, todu, menus eso, que esas mantas tienen suol de su cuerpo... ¡y me güelen, me güelen a ella ca ves que las güelo!... |
[QUOTE=Amuerte;4577855]A UN LÁGRIMA
Gota del mar donde en naufragio lento se hunde el navío negro de una pena; gota que, rebosando, nubla y llena los ojos olvidados del contento. Grito hecho perla por el desaliento de saber que si llega a un alma ajena, ésta, sin escucharlo, le condena por vergonzoso heraldo del tormento. Piedad para esa gota, que es cual llama de la que el corazón se desahoga cual desahoga espinas una rama. Piedad para la lágrima que ahoga el dolor, pues si así no se derrama, el alma, en esa lágrima se ahoga...[/QUOTE] muy bueno,salud.. |
POEMA
Quizás te diga un día que dejé de quererte, aunque siga queriéndote más allá de la muerte; y acaso no comprendas, en esa despedida, que, aunque el amor nos une, nos separa la vida. Quizás te diga un día que se me fue el amor, y cerraré los ojos para amarte mejor, porque el amor nos ciega, pero, vivos o muertos, nuestros ojos cerrados ven más que estando abiertos. Quizás te diga un día que dejé de quererte, aunque siga queriéndote más allá de la muerte; y acaso no comprendas, en esa despedida, que nos quedamos juntos para toda la vida. |
POEMA DEL POEMA
Quizás pases con otro que te diga al oído esas frases que nadie como yo te dirá; y, ahogando para siempre mi amor inadvertido te amaré más que nunca....y jamás lo sabrás. La desolada estrofa, como si fuera un ala, voló sobre el silencio... Y tú estabas allí: Allí en el más oscuro rincón de aquella sala, estabas tú, escuchando mis versos para ti. Y tú, la inaccesible mujer de ese poema que ofrece su perfume pero oculta su flor, quizás supiste entonces la amargura suprema de quien ama la vida porque muere de amor. Y tú, que nada sabes, que tal vez ni recuerdes aquellos versos tristes y amargos como el mar, cerraste en un suspiro tus grandes ojos verdes, los grandes ojos verdes que nunca he de olvidar. Después, se irguió tu cuerpo como una primavera, mujer hoy y mañana distante como ayer... Y vi que te alejabas sin sospechar siquiera ¡que yo soy aquel hombre...y tú, aquella mujer! |
PULSO DE AMOR
Iba convaleciente de una herida de amor en el costado iba casi inconsciente cuando te vi a mi lado y hasta el pulso por ti se me ha parado... Buscaba mi cintura un brazo que de noche la ciñera, ansiaba con locura, un labio que se uniera a mi boca cansada por la espera... Buscaba un hombro amigo en dónde reposar la madrugada y un tibio olor a trigo, una mano apretada y el divino calor de una mirada. Estaba tan vacía, tan harta de soñar y tan sin sueño, tan lejana y tan fría, tan libre y tan sin dueño, que tan sólo morir era mi empeño... Por lo cual, asombrada, me quedé contemplando al mediodía tu figura delgada, tu suave armonía y tu casi perfecta geometría. Alegres nos miramos en la tarde morada de violetas y después caminamos por plazas recoletas salpicadas de rejas y macetas. Y de noche temblando, perdida entre la niebla de tu viento, me bebí suspirando la menta de tu aliento, en un beso apretado, dulce y lento... ¡Qué espesa la saliva!... ¡Qué lejano el ruido de la calle!... Y el labio cómo iba -mariposa en el valle de la espalda...buscando el fino talle... Se desbocó en mi frente el pulso como un perro malherido y paralelamente, te sentí, en un gemido, doblarte en mi garganta sin ruido. Y después... la almohada, pesarosa del rizo y la postura y la sábana helada, -mortaja de blancura- plisándose sin voz a mi cintura. |
INVITACION
Ayer convide a Torcuato comió sopa y puchero media pierna de cordero dos gazapillos y un pato, doile vino, y respondió: tomarlo por vuestra vida que hasta mitad de comida no acostumbro a beber yo. |
RETRATO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero. Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido —ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, más recibí la flecha que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario. Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno; y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de rosales; mas no amo los aceites de la actual cosmética, ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar. Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una. ç ¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada. Converso con el hombre que siempre va conmigo —quien habla solo espera hablar a Dios un día—; mi soliloquio es plática con ese buen amigo que me enseñó el secreto de la filantropía. Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho en donde yago. Y cuando llegue el día del último vïaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar. |
TE IRAS, TAL VEZ
Te irás, tal vez; te irás, como una barca buscando el mar huyendo de la tierra, pero estarás en mí, como la marca de un doblez en un libro que se cierra. Te irás, tal vez; y como tantas cosas que están presentes aunque se hayan ido, serás en mí como un rosal sin rosas pero secretamente florecido. Te irás, tal vez; te irás calladamente, mas si el humo se va, queda la brasa, y te parecerás a la corriente que, pasando y pasando, nunca pasa…. Y así te irás sin irte, como un largo rumor de agua cayendo noche y día, pues deja de llover, y sin embargo, nos parece que llueve todavía…. |
TE QUIERO
Tus manos son mi caricia mis acordes cotidianos te quiero porque tus manos trabajan por la justicia si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada te quiero por tu mirada que mira y siembra futuro tu boca que es tuya y mía tu boca no se equivoca te quiero porque tu boca sabe gritar rebeldía si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos y por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu llanto por el mundo porque sos pueblo te quiero y porque amor no es aureola ni cándida moraleja y porque somos pareja que sabe que no está sola te quiero en mi paraíso es decir que en mi país la gente viva feliz aunque no tenga permiso si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos. |
TU VOZ
¡Dame de tu voz el viento! ¡No dejes de hablarme nunca! Que de palabras se abracen mi soledad y la tuya. Que no nos duerme la muerte con su silencio de tumba, dame de tu voz el viento, no dejes de hablarme nunca. Que tus palabras penetren la quietud de mi penumbra y que despierte mi boca con el sabor de tu lluvia. ¡Dame de tu voz el viento! ¡No dejes de hablarme nunca! Que no descanse mi oído del tambor de tu pregunta. Y que los labios espacien con su calor en censuras conversaciones eternas en nuestras voces oscuras. ¡Dame de tu voz el viento! ¡No dejes de hablarme nunca! Tu garganta derramando siempre su huella en mi hechura. Que se enlacen las palabras en sus vaivenes de plumas y que el cristal del silencio jamás nos prenda en su bruma. ¡Dame de tu voz el viento! ¡No dejes de hablarme nunca! Que en la trastienda del tiempo mi voz juegue con la tuya. ¡Dame de tu voz el viento!... ¡No dejes de amarme nunca! |
RIMA IV
No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre habrá poesía. Mientras las ondas de la luz al beso palpiten encendidas, mientras el sol las desgarradas nubes de fuego y oro vista, mientras el aire en su regazo lleve perfumes y armonías, mientras haya en el mundo primavera, ¡habrá poesía! Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida, y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre avanzando no sepa a dó camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía! Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; mientras se llore, sin que el llanto acuda a nublar la pupila; mientras el corazón y la cabeza batallando prosigan, mientras haya esperanzas y recuerdos, ¡habrá poesía! Mientras haya unos ojos que reflejen los ojos que los miran, mientras responda el labio suspirando al labio que suspira, mientras sentirse puedan en un beso dos almas confundidas, mientras exista una mujer hermosa, ¡habrá poesía! |
RIMA LIII
Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán. Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres... ¡esas... no volverán!. Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar, y otra vez a la tarde aún más hermosas sus flores se abrirán. Pero aquellas, cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día... ¡esas... no volverán! Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar; tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará. Pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido...; desengáñate, ¡así... no te querrán! |
RIMA LIX
Yo sé cuál el objeto de tus suspiros es; yo conozco la causa de tu dulce secreta languidez. ¿Te ríes?... Algún día sabrás, niña, por qué. Tú acaso lo sospechas, y yo lo sé. Yo sé cuándo tú sueñas, y lo que en sueños ves; como en un libro, puedo lo que callas en tu frente leer. ¿Te ríes?... Algún día sabrás, niña, por qué. Tú acaso lo sospechas, y yo lo sé. Yo sé por qué sonríes y lloras a la vez; yo penetro en los senos misteriosos de tu alma de mujer. ¿Te ríes? ... Algún día sabrás, niña, por qué; mientras tú sientes mucho y nada sabes, yo, que no siento ya, todo lo sé. |
RIMA XIV
Te vi un punto y, flotando ante mis ojos, la imagen de tus ojos se quedó, como la mancha oscura orlada en fuego que flota y ciega si se mira al sol. Adondequiera que la vista clavo, torno a ver las pupilas llamear; mas no te encuentro a ti, que es tu mirada, unos ojos, los tuyos, nada más. De mi alcoba en el ángulo los miro desasidos fantásticos lucir; cuando duermo los siento que se ciernen, de par en par abiertos sobre mí. Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche llevan al caminante a perecer; yo me siento arrastrado por tus ojos, pero adónde me arrastran, no lo sé. |
RIMA XXIV
Dos rojas lenguas de fuego que a un mismo tronco enlazadas se aproximan y, al besarse, forman una sola llama. Dos notas que del laúd a un tiempo la mano arranca, y en el espacio se encuentran y armoniosas se abrazan. Dos olas que vienen juntas a morir sobre una playa y que al romper se coronan con un penacho de plata. Dos jirones de vapor que del lago se levantan y, al juntarse allá en el cielo, forman una nube blanca. Dos ideas que al par brotan; dos besos que a un tiempo estallan, dos ecos que se confunden; eso son nuestras dos almas. |
ROMANCE DE AQUEL HIJO QUE NO TUVE CONTIGO
Hubiera podido ser hermoso como un jacinto con tus ojos y tu boca y tu piel color de trigo, pero con un corazón grande y loco como el mío. Hubiera podido ir, las tardes de los domingos, de mi mano y de la tuya, con su traje de marino, luciendo un ancla en el brazo y en la gorra un nombre antiguo. Hubiera salido a ti en lo dulce y en lo vivo, en lo abierto de la risa y en lo claro del instinto, y a mí... tal vez que saliera en lo triste y en lo lírico, y en esta torpe manera de verlo todo distinto. ¡Ay, qué cuarto con juguetes, amor, hubiera tenido! Tres caballos, dos espadas, un carro verde de pino, un tren con cuatro estaciones, un barco, un pájaro, un nido, y cien soldados de plomo, de plata y oro vestidos. ¡Ay, qué cuarto con juguetes, amor, hubiera tenido! ¿Te acuerdas de aquella tarde, bajo el verde de los pinos, que me dijiste: —¡Qué gloria cuando tengamos un hijo! ? Y temblaba tu cintura como un palomo cautivo, y nueve lunas de sombra brillaban en tu delirio. Yo te escuchaba, distante, entre mis versos perdido, pero sentí por la espalda correr un escalofrío... Y repetí como un eco: «¡Cuando tengamos un hijo!...» Tú, entre sueños, ya cantabas nanas de sierra y tomillo, e ibas lavando pañales por las orillas de un río. Yo, arquitecto de ilusiones levantaba un equilibrio una torre de esperanzas con un balcón de suspiros. ¡Ay, qué gloria, amor, qué gloria cuando tengamos un hijo! En tu cómoda de cedro nuestro ajuar se quedó frío, entre azucena y manzana, entre romero y membrillo. ¡Qué pálidos los encajes, qué sin gracia los vestidos, qué sin olor los pañuelos y qué sin sangre el cariño! Tu velo blanco de novia, por tu olvido y por mi olvido, fue un camino de Santiago, doloroso y amarillo. Tú te has casado con otro, yo con otra hice lo mismo; juramentos y palabras están secos y marchitos en un antiguo almanaque sin sábados ni domingos. Ahora bajas al paseo, rodeada de tus hijos, dando el brazo a... la levita que se pone tu marido. Te llaman doña Manuela, llevas guantes y abanico, y tres papadas te cortan en la garganta el suspiro. Nos saludamos de lejos, como dos desconocidos; tu marido sube y baja la chistera; yo me inclino, y tú sonríes sin gana, de un modo triste y ridículo. Pero yo no me doy cuenta de que hemos envejecido, porque te sigo queriendo igual o más que al principio. Y te veo como entonces, con tu cintura de lirio, un jazmín entre los dientes, de color como el del trigo y aquella voz que decía: «¡Cuando tengamos un hijo!...» Y en esas tardes de lluvia, cuando mueves los bolillos, y yo paso por tu calle con mi pena y con mi libro dices, temblando, entre dientes, arropada en los visillos: «¡Ay, si yo con ese hombre hubiera tenido un hijo!...» |
SÍMIL DE ÁRBOL
Árbol ya largamente florecido, con el tronco tatuado de iniciales, lo dejaron en pie los vendavales, sin una hoja, ni una flor, ni un nido, igual que un corazón envejecido que aún palpita, sin bienes y sin males, lleno de sal, como los litorales, con fatiga de amor y sed de olvido. Pero en el árbol se detuvo un día, para cantar, un pájaro viajero, y el tronco aquel sintió que florecía... como florece un corazón huraño, para después sentir que le hace daño la flor tardía de su amor postrero. |
hola sr Amuerte,buenas tardes..
tantos poemas,es la inocentada del dia,15 na mas,salud.. FELICES FIESTAS.. pd,pa tirarse del peñasco.. |
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