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Antiguo 23/11/2008, 22:09   #1
descosido
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Lección de economía

Dedicado a los líderes del concurso de bolsa.




«Pero ¿qué es lo que te ocurre


pa ponerle a uno esa jeta


que paece que estás tratando


con el que cobra las cédulas?


¡Jesús qué Dios!»


«¡Y agradece


que no coja la cazuela


y te la estampe en los sesos


pa ver si es que así te enteras!»


«¿De qué?»


«¡De que ya me tienes


cansao de cenar lentejas


y alubias y porquerías


que salen lo mismo que entran!


Y te advierto, pa que luego


no te pille de sorpresa,


que o me cambias los 'menuses'


o estás a las consecuencias».


«¡Rediós!, pues ¿qué quieres?»


«Cosas


variás y que fortalezgan,


porque el hombre que trabaja


si no se nutre la entrega».


«Pero ¡vente aquí a razones


y escucha y vamos a cuentas!


¿Tú cuánto ganas?»


«Diez reales».


«¿Cuánto has dicho?»


«¡Dos cincuenta!»


«Diez reales, ¿verdá? Pues oye:


rebaja dos que te dejas


desfiguraos tóos los días


en la maldita taberna


(¡que así permita Dios que arda


con tóos los que entráis en ella!...)»


«¡Muchas gracias!»


«Y resulta


que ya son ocho; descuenta


otro par de ellos que gastas


en tabaco y cosas de ésas;


deduce lo que me 'pisas'


pa el mus ilustrao; aumenta,


a lo que rebajas, uno


que le das a la Nemesia


pa que saque alante al chico


que tuvo estando soltera,


y ahora, si lo reflexionas,


dime si con la peseta


cochina que traes a casa


quiés que te sirva cocletas


de arzobispo y que te ponga


un faetón[URL="http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/public/04707394244636362032268/notas.htm#N_72_"]([/URL] a la puerta».


«¡No quiero eso!»


«¡Pues entonces!»


«Pero ¡ven aquí, so bestia,


que eres una especie de Osma


pa azministrar!»


«¡No me ofendas,


Saturnino!»



«¡Si es que le haces


perder a uno la chaveta!


Si tu padre, que esté en gloria,


no hubiese sido un acémila


y te hubiá dao una miaja


de coltura y no tuvieras


ese defezto que tienes


de que eres analfabeta


de nación, y te enteraras


de lo que dice la Prensa,


sabrías como ca quisque


que en el día de la fecha


pa vivir a lo maznate


basta y sobra una peseta».


«¡Caray!»


«¿Lo tomas a chunga?


Bueno: pues oye la idea


que se le ha ocurrio a un socio,


y que vista de primera


intención, paece una cosa


de magia».


«¡Vamos a verla!»


«A ti te dan un [I]carnete...[/I]»


«¿Y qué es eso?»


«Una tarjeta


que no cuesta ná; en el azto


vas y te compras con ella,


verbo en gracia, una camisa


que vale un par de pesetas,


y si exhibes el [I]carnete[/I]


van y te rebajan media.


Necesito yo unas botas


(que ahora da la concidencia


de que sí que me hacen falta,


porque llevo un dátil fuera),


pues me voy a un zapatero



de los que tién conivencia


con el socio, y si le había


de pagar sin la tarjeta


tres duros, es un digamos,


pues le pago dos con ella.


Pon que ese mismo derecho


me asiste pa el de la tienda


de ultramarinos, para el sastre


y pa tóos los que comercian;


añide que, además de eso,


quié el sino que te trompiezas,


vamos a decir, con uno


de los premios que sortean


(porque igual te pué cae


a ti que a otro cualisquiera),


y resulta que a fin de año,


con poca suerte que tengas,


comes lo mismo que un oso,


vistes mejor que la reina,


gastas, si quiés, otromóvil,


y además, tiés una renta


vitalicia pa tóo el tiempo


que te dure la existencia».


«Sí; pero pa eso hará falta


tener guita».


«Con que puedas


juntar cuatro o cinco duros


y empieces a darles vueltas,


ya tiés segura la vida


y está resuelto el problema».


«¿Y entran también los caseros


en la cosa?»


«¡No camelan!


Hay tres clases que no aceden


a rebajar ni una perra,


que son: las amas de cría,


los caseros y la Iglesia.


Pero eso, como tú sabes,


ni a ti ni a mí nos afezta;


el casero, porque tiés



quien nos pague la vivienda,


gracias a Dios; la nodriza,


porque continúas inédita,


y lo otro, porque siguiendo


'mangue' viudo y tú soltera,


nos hace la misma falta


que a un Santo Cristo una percha».


«¡Oye, pues busca el [I]carnete[/I]!»


«¡Toma, pues no, que se juega!»


José lópez Silva




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