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boadil
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Apropiación del oro y traslado a Cartagena Editar

Vista de la estación de Atocha de Madrid, todavía conocida como del Mediodía en la época de la guerra civil.
Menos de 24 horas después de la firma del decreto, la madrugada del 14 de septiembre de 1936 entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT y de la CNT en el mismo Banco. Dirigió la operación de apropiación el entonces Director General del Tesoro y futuro ministro de Hacienda en el gobierno de Negrín, Francisco Méndez Aspe. Le acompañaban el capitán Julio López Masegosa, 50 o 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca pertenecientes al Sindicato de Madrid, cuyo presidente era Amaro del Rosal, futuro director de la Caja General de Reparaciones.[47]​ El cajero principal, al ver que la reserva de oro iba a ser evacuada, se suicidó en su despacho.[48]​

Obtenidas las llaves, se abrieron las cajas y cámaras donde se custodiaban las reservas, y durante varios días los agentes del Gobierno estuvieron extrayendo todo el oro allí depositado. El metal precioso se colocó en cajas de madera de 30,5 x 48,2 x 17,7 cm, las utilizadas habitualmente para el transporte de municiones, que no estaban numeradas ni acompañadas de facturas que indicasen cantidad, peso o contraste del oro. Las cajas fueron transportadas en camiones a la Estación del Mediodía, y desde allí a Cartagena, donde se depositaron en los polvorines de La Algameca.[49]​ Viñas considera la elección de Cartagena lógica, ya que «se trataba de una gran base naval, pertrechada y defendida adecuadamente, un tanto alejada del teatro de operaciones y desde la cual cabía la posibilidad de, llegado el caso, transportar por vía marítima las reservas a algún nuevo lugar».[50]​

El traslado por vía férrea hasta Cartagena fue protegido por la «Brigada Motorizada» del PSOE como explica el testimonio de testigos del hecho.[51]​ A los pocos días de la extracción del oro del Banco de España, los mismos funcionarios, utilizando idénticos procedimientos a los empleados con el oro, recogieron la plata, por una cuantía total de 656.708.702,59 pesetas,[52]​ que fue vendida a los EE.UU. y a Francia entre junio de 1938 y julio de 1939 por una cifra algo superior a 20 millones de dólares (una parte fue embargada por las autoridades francesas).[53]​

Con la reserva de oro en lugar seguro, a cientos de kilómetros del frente, parecía que se había cumplido el mandato del Decreto Reservado del 13 de septiembre. El bando sublevado, enterados del traslado del oro, calificaron el hecho de «expolio» y protestaron internacionalmente.[54]​ Viñas cree que su destino final no estaba decidido todavía. «De hecho, inmediatamente después de su llegada a Cartagena lo que se decidió fue, precisamente, aumentar el volumen de los envíos que se remesaban a Francia».[55]​ Sin embargo, el 15 de octubre Negrín y Largo Caballero decidieron trasladar el oro de Cartagena a Rusia.

El 20 de octubre, el director del NKVD en España, Alexander Orlov, recibió un telegrama cifrado de Stalin ordenándole organizar el envío del oro a la URSS y concertar los preparativos con Negrín:

Junto con el embajador Rosenberg, organice con el jefe del gobierno español, Caballero, el envío de las reservas de oro de España a la Unión Soviética... Esta operación debe llevarse a cabo en el más absoluto secreto.
Si los españoles le exigen un recibo por el cargamento, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú.

Iván Vasiliévich.[56]​
Orlov le dijo que llevaría a cabo la operación con los tanquistas soviéticos que acababan de llegar a España. En su posterior informe al Subcomité del Senado de los Estados Unidos declaró lo siguiente:

Deseo subrayar que, en aquel tiempo, el gobierno español (...) no controlaba completamente la situación. Le dije francamente al ministro de Hacienda Negrín que si alguien se enteraba de ello, si los anarquistas interceptaban a mis hombres, rusos, con los camiones cargados de oro español, los matarían y sería un tremendo escándalo político en todo el mundo, que incluso podría provocar una revolución interna. Por ello (...) le pregunté si el gobierno español podría extenderme credenciales bajo algún nombre ficticio (...) como representante del Banco de Inglaterra o del Banco de América, porque entonces (...) podría decir que el oro se estaba transportando a América por razones de seguridad (...) Negrín no puso ninguna objeción. Pensó que era una buena idea. Yo hablaba un inglés relativamente bueno y podía pasar por extranjero. Por lo tanto, me extendió las credenciales de un hombre llamado Blackstone y me convertí en el representante del Banco de América.

[57]​
El día 22 de octubre de 1936 se personó en Cartagena Francisco Méndez Aspe, jefe del Tesoro y hombre de confianza de Negrín, que ordenó la extracción nocturna de la mayoría de las cajas de oro, con un peso aproximado de setenta y cinco kilos cada una, las cuales fueron transportadas en camiones y cargadas en los buques Kine, Kursk, Neva y Volgoles. Según Orlov:

Una brigada de tanques soviéticos había desembarcado en Cartagena dos semanas antes y ahora estaba estacionada en Archena, a 40 millas. La mandaba el coronel S. Krivoshein, que los españoles conocían como Melé. Krivoshein me asignó veinte camiones militares y otros tantos de sus mejores tanquistas (...) Los sesenta marinos españoles habían sido enviados al polvorín con una hora o dos de anticipación (...) Y así, el 22 de octubre, al anochecer, me dirigí, seguido de una caravana de camiones, al depósito de municiones (...) La salud de Ménez Aspe era algo muy serio. Era un hombre muy nervioso. Nos dijo que debíamos interrumpir la carga o pereceríamos [a causa de un bombardeo alemán]. Le respondí que no podíamos hacerlo, porque los alemanes continuarían bombardeando el puerto y el barco se hundiría, así que debíamos seguir. Entonces huyó y dejó solo a un ayudante, un español muy agradable que se encargó de contar las cajas del oro.

[58]​
El oro tardó tres noches en ser embarcado, y el 25 de octubre los cuatro barcos se hicieron a la mar rumbo a Odesa, puerto soviético del Mar Negro. Acompañaban a esta expedición, como personas de confianza, cuatro claveros del Banco de España (un clavero era un custodio de las llaves de las cajas fuertes del Banco): Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José María Velasco. Cabe indicar, asimismo, que Orlov había reseñado 7.900 y Méndez Aspe 7.800 cajas; el recibo final fue por 7.800,[59]​ y no se sabe si fue un error o desaparecieron 100 cajas de oro.[60]​

El viaje y la recepción en Moscú Editar

Moneda de oro estadounidense de cinco dólares: Media Águila de 1914. Las reservas de oro del Banco de España se encontraban fundamentalmente en forma de monedas, entre las que las estadounidenses eran muy abundantes.
El convoy puso rumbo a la URSS, y la noche del 2 de noviembre Stalin se encontró con que habían arribado a Odesa tres barcos cargados con oro —el Kursk se retrasaría unos días por avería—, concretamente con 5.779 cajas de metal precioso. Uno de los colaboradores del general del GPU Válter Krivitski le describía así la extraordinaria escena en el puerto ruso:

Toda la zona próxima al dique fue despejada y rodeada por cordones de tropas especiales. A través de ese espacio vacío entre el muelle y las vías del ferrocarril, los más altos jefes de la Ogpu transportaban las cajas de oro a sus espaldas. Durante varios días estuvieron transportando el oro, cargándolo en los camiones y llevándolo a Moscú en convoyes armados. Intentó darme una idea de la cantidad de oro que habían descargado en Odesa mientras caminábamos por la gran Plaza Roja. Señaló la extensión que nos rodeaba y dijo: «Si todas las cajas de oro que apilamos en los muelles de Odesa se colocaran aquí una al lado de otra, cubrirían completamente la Plaza Roja».
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Jamás discuto con un imbécil, pues me haría descender a su nivel y allí me ganaría por experiencia
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