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Antiguo 07/06/2013, 19:04   #24
Vientos
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Canelo, Cádiz


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“[B]Canelo[/B]” era el perro de un hombre que vivía en Cádiz a finales de los 80. Seguía a su dueño a todas partes y en todo momento. Este hombre anónimo vivía solo, por lo que el buen perro era su más leal amigo y único compañero.

Cada mañana se los podía ver caminando juntos por las calles de Cádiz, cuando el buen hombre sacaba a pasear a su amigo. Una vez a la semana uno de esos paseos eran hacía el Hospital Puerta del Mar, más popularmente conocida como La Residencia, ya que debido a complicaciones renales el hombre se sometía a tratamientos de diálisis.
Obviamente, como en un hospital no pueden entrar animales, él siempre dejaba a Canelo esperándolo en la puerta del mismo. El hombre salía de su diálisis, y juntos se dirigían a casa. Esa era una rutina que habían cumplido durante mucho tiempo.


Cierto día el hombre sufrió una complicación en medio de su tratamiento, los médicos no pudieron superarla y éste falleció en el hospital. Mientras tanto, “Canelo” como siempre, seguía esperando la salida de su dueño tumbado junto a la puerta del centro de salud.



Aquella mañana el mendigo se despidió de su mascota:
[I]-Espérame aquí, compañero.[/I]
Y el "compañero", como siempre, se quedó allí; firme.


Pero su dueño nunca salió.


[LEFT]El perro permaneció allí sentado, esperando durante 12 años. Ni el hambre ni la sed lo apartaron de la puerta. Día tras día, con frío, lluvia, viento o calor seguía acostado en la puerta del hospital esperando a su amigo para ir a casa.

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Los vecinos de la zona se percataron de la situación y sintieron la necesidad de cuidar al animal. Se turnaban para llevarle agua y comida.


Una mañana, Canelo sintió que algo en forma de redondel silbaba sobre su cabeza, y antes que el instinto lo catapultara al salto de la fuga, la cuerda aterrizó en su cuerpo y un tirón apretó el nudo del rigor cortándole la respiración. Quedó con las patas abanicando el aire, haciendo de la impotencia el cepo de su desesperación. Los laceros lo llevaron a la perrera. Sin una queja, Canelo integró su mansedumbre en los ladridos de los otros ocupantes del lugar -verdadero corredor de la muerte para los animales sin hogar-. ¿Qué había ocurrido? Pues, que un caballero presentó una denuncia, quejándose de la permisividad otorgada al can tan cerca del acceso al hospital, sin contemplar el riesgo para la salud pública.
La reacción no tardó en emerger; los gaditanos, con AGADEN al frente, se aunaron en el grito y arremetieron contra las autoridades municipales. El empeño popular obró el prodigio de la rectificación.


Incluso lograron la devolución e indulto de Canelo.
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En la trimilenaria ciudad de Cádiz, un animal escribió con letras de constancia y pulso de lealtad, una de las más hermosas páginas que la humanidad recuerde. Lo llamaron [I]"El perro de Cádiz"[/I] y [I]"El perro de todos"[/I]. Incluso, alguien lo definió como [I]canis viator gardirense[/I], es decir, "perro callejero gaditano".

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El 9 de diciembre de 2002, días antes que el nuevo año desembarcara con sus campanadas, brindis y alegría, Canelo, ahogado por la espera, cruzó una calle en pos de un respiro, y la muerte vino a su encuentro montada en el ímpetu motorizado. En las inmediaciones del Hotel Playa Victoria, el descuido de un conductor lo descabalgó de la vida. El desaprensivo, al amparo de los reflejos de la chapa de su automóvil, huyó a ocultarse entre los pliegues del anonimato. Canelo acabó tumbado, vencido; sintiendo los pulmones en fase decreciente, y maquillando el rostro del asfalto con su sangre generosa.
La noticia estremeció la ciudad. La mudez se apoderó de las gargantas.

Los niños mordieron sus risas, la actividad arrió banderas, la ambición detuvo los vaivenes, y el pueblo buscó en los corazones una lágrima de consuelo. En la atmósfera se palpaba el desgarro del silencio. A los ojos de Cádiz subió la tristeza, y el pesar congeló todos los gestos; el perro más querido se había marchado a los puertos del adiós.


Este can tiene calle propia. El Ayuntamiento, gracias al empuje de AGADEN [SIZE=2][I](Asociación Gaditana para la Defensa de la Vida y el Estudio de la Naturaleza)[/I] y de los ciudadanos de Cádiz, le dio su nombre a la vía peatonal adyacente al Hospital Puerta del Mar, donde el [/SIZE]chucho pasó sus últimos años. En la citada calle se instaló una rememorativa placa de bronce -obra de la escultora Presentación Navarro-, en la que se lo ve echado, en inequívoca postura de espera.

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[YOUTUBE]1tgRRGdXg_M[/YOUTUBE]

[YOUTUBE]kZqtzYmtN-Q[/YOUTUBE]
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Última edición por Vientos; 07/06/2013 a las 19:06.
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