... Y volvimos a día siguiente, esta vez con refuerzos, un quillo llamado "crispin". Tres golpes de aldaba, la puerta se abre y subimos felices y ufanos a realizar nuestra labor. El jefe de la oficina ya se reía sólo de vernos (menos mal que era un tipo simpático).
-¿Qué vais a destruir hoy?.-nos preguntó al llegar.
Una sonrisas falsas se dibujaron en nuestra bocas. Aquel señor nos explicó que había que hacer.
-Aquí en la escalera quiero un pulsador y me ponéis un timbre dentro.
Trabajo fácil del que me iba a encargar yo, mientras "miembro" y "crispin" se dedicaba a pasar unas líneas para unos enchufes.
-Sobretodo.-inquirió el cliente.-Ir con cuidado que hemos pintado hace unos días.
-Pos no lo parece.
-¿Qué?
-No, nada, queeee... bien me parece.
-Ah!.
Agarré el taladro y una broca del 6 larga para traspasar aquella cacho pared de las que se hacían antes. Poco a poco fuí perforando la pared. Justo cuando ya estaba apunto de salir la broca, el cliente se acercó a ver como iba mi faena. Hubo de saltar aquel hombre para que lo diera de lleno el trozo de yeso que salió disparado y que cayó a sus pies haciendose migas. Quedó un hueco de 20 cmts. de diámetro y un agujerito del 6 central. El cliente flipaba.
-Joder!!!.-exclamó.-Y eso que te he dicho que fueras con cuidado.
-Un poco masilla y listo.
-Ya, ya.
“Miembro” y “crispin” se tronchaban. Pero yo a lo mío. Instalé el timbre, que era un tipo ding-dong. Una vez colocado y preparado para funcionar, orgulloso de mi obra, requerí la presencia del cliente para que comprobase el funcionamiento y el sonido.
-Esto es de puta madre.-dije.
-No sé, no sé.
Mis compañeros se acercaron a ver el resultado final. Accioné el pulsador e hizo “DING!!!”, que maravilla la técnica, pero al soltar el pulsador y hacer “DONG!!!”, la tapa salió disparada estrellándose contra la pared de enfrente.
-COÑO!!!.-gritamos todos.
El cliente creo que empezó a enloquecer y una extraña risa convulsiva se apoderó de él.
-Jajajajajaja.-se carcajeaba.-jajajajajaja... ¿pero quienes sois vosotros?, no puedo creerlo.
-Debía estar floja la tapa.-comenté.
Y mientras “miembro” y “crispin” junto al cliente tirados por el suelo de la risa. Pues nada, me subí a la escalera para colocar la tapa y entre risas, los otros dos se dirigieron a su labor. Pero “crispin” cometió un error, me decía:
-Que chapucero, jajajajajaja, ha flipao el tío.
Mientras se encaramaba por la escalera. Yo le miré y ví que su cabeza se iba aproximando a la caja de empalmes abierta. El tío caraja había dejado todos los cables pelados y colgando. No dije nada, esperé a ver que pasaba, igual que “miembro” que también se había percatado de lo que iba a suceder. Efectivamente, al tocar su cabeza en las puntas de los cables, éstos se enredaron entre sus cabellos engominados en forma de puntas. Hubo un fogonazo tremendo. Por un momento ví una gran chispa azul que corría de un lado a otro de su cuero cabelludo, hasta que saltó el magnetotérmico.
Ni que decir tiene que el cliente también contempló la escena. El pobre hombre ya no sabía donde esconderse para partirse el culo.
-Sois la hostia!!!.-gritaba aquel señor.-Yo es que me parto. Sois unos terroristas en potencia.
Recuerdo sus palabras como si las hubiera oído ahora mismo. A lo largo de los años he admirado la paciencia de aquel hombre. Volvimos a dar corriente y continuamos haciendo chapuzas y provocando explosiones incontroladas. Algunas paredes manchadas, alguna que otra cosa rota y, sobretodo, las carcajadas de aquel pobre cliente; al terminar aquel día tuve la impresión de abandonar un campo de batalla.
-Hasta mañana.-se despidió amablemente aquel señor.
Y, de nuevo, volvimos. Yo me distraje todo el trayecto con un portalámparas de baquelita que debíamos instalar en aquel lugar gafe. Durante una hora larga jugueteé con el artefacto, lo hacia subir hacia arriba y lo cogía al vuelo. En aquella ocasión, ya nos esperaba abajo sonriente. Al llegar a él preguntó con sarcasmo:
-¿Qué váis a destruir hoy?
-Nada.-contesté yo sonriente seguro de mí mismo.
Y entonces aquel portalámparas que tanto había soportado mis jueguecitos, se me escapó de la mano y cayó ante sus pies haciendose añicos, desintegrándose casi por completo.
El cliente comenzó a descojonarse al grito de :
-¡Ya empiezan! Sois la polla.
Desde aquel día, aquel cliente, cuando nos veían por la calle nos gritaba:
-Asesinos del destornilaldor!!!, jajajajajaja, qué vais a romper hoy?, ¿quién es el pobre incauto que os ha llamado?.

Tiempo después, ví a este señor en aquel concurso “No te rías que es peor”, os juro que hizo reir al otro concursante. Menos mal que era un hombre simpático, si no, nos mata.

Saludos

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